14/10/08

Crónica de una visita al Museo Histórico Naval


En la primera sesión del curso nos preguntábamos cómo adquiríamos ciertos saberes, y al respecto hubo distintas respuestas, por ejemplo, que algunos aprendizajes provenían de las aulas, documentales, películas, museos, dichos de otras personas, de oídas o simplemente estaban por alguna razón archivados en nuestra memoria sin saber de donde provenían. Durante el transcurso de una de las clases donde nos preguntábamos sobre la “navegación” una estudiante del grupo recordó haber ido en alguna ocasión al Museo Histórico Naval de la Secretaría de Marina. En el grupo se generó un consenso por cuchicheo de que tal vez en este museo podríamos obtener información valiosa sobre el tema de cómo navegar. Así que planeamos una visita programada el próximo miércoles, quedándonos de ver en el Metro Escuadrón 2001.*



La visita comenzó con el registro de cada uno de nosotros antes de entrar al museo, en la puerta hicimos una cola de quince minutos mientras registraban a cada uno. Nos pidieron una identificación, la cual, por cierto, escanearon, y registraron nuestras mochilas. Al fin entramos al sacrosanto recinto de la Marina de México, llamaba la atención lo pulido que estaba el piso y los uniformes nítidos de los marinos. Nos conducimos pues al museo, donde dos amables señoritas vestidas de marineros nos recibieron diciendo que si nos interesaría una visita guiada, ante tan amable ofrecimiento decidimos entonces aceptar la oferta.



Por el tono de la explicación la visita parecía tener una ruta predefinida de darnos una visión patriótica e idealizada de la historia de la marina. Lo primero que atraía la atención era un mural en la primera sala donde aparecían héroes navales y al fondo el primer barco escuela de la marina en medio de una tormenta y con un resplandor rodeándolo de punta a punta. Al respecto había que preguntarse sobre la historia de estos barcos escuela, cuándo se habían creado y de qué tradición histórica provenían, ante la pregunta la guía aporto poco, sólo se concreto a decirnos el nombre del dichoso barco, pero nuestra laguna sobre por qué un barco escuela quedo bajo las nubes de la ignorancia.



La visión a lo lejos del museo era un conjunto de maquetas de barcos, algunas fotos, instrumentos de navegación y pinturas en un espacio ciertamente reducido. Las maquetas en su mayoría eran de barcos de guerra, y otros mercantes o antiguas fragatas. Al explicarnos una de las maquetas, la guía nos dijo que la parte de atrás de los barcos era la encargada de romper las olas, yo siempre había pensado que esa función la hacía la parte de enfrente pero para mi sorpresa era la parte trasera o popa. Después nos enseñó un timón o caña explicándonos que las embarcaciones se manejan en sentido contrario que los coches, es decir que si uno quiere ir a la derecha tiene que girar el timón en sentido contrario. Nos explicó que el sistema de órdenes de un barco se basaba en el rumbo, si había que girar en dirección a babor o a estribor. También aclaró algo que había surgido como duda en otro grupo sobre el término “bitácora”, ésta se definía de dos maneras: una en la que era un escrito donde se narraba los acontecimientos – accidentes, corrientes, vientos… – que habían sucedido en la trayectoria de un navío y en otro sentido como un armario de madera situado en la cubierta del barco. Bien la duda se resolvió cuando nos enseñó el armario de madera en el museo que tiene el nombre de bitácora y en el que se guardaban en rollos las bitácoras o escritos donde se narraban los acontecimientos de la travesía.



La guía siguió entonces narrándonos como si fuésemos estudiantes de secundaria la historia patriótica de la marina, no puedo decir que no dijera algunos aspectos sugerentes en dicha explicación, pero uno siempre tenía la tentación de ver la historia detrás del mito, pero era difícil expurgar dicha cuestión. Nos narró como la mayoría de los barcos de guerra de México eran comprados a otros países, algunos eran reciclados de otros países o habían sido comprados, y sólo a últimas fechas se habían construido los primeros en astilleros mexicanos. Nos hablo un poco sobre el Buque Escuela Cuauhtémoc donde hacen sus prácticas de navegación los cadetes de la Escuela Naval Militar. Los estudiantes preguntaron algunas cuestiones al respecto de las lanchas salvavidas y algunos otros detalles del barco. Con orgullo la guía nos explicó que los cadetes distinguidos realizaban su entrenamiento durante un año en el Cuauhtémoc recorriendo el mundo, que dicho barco había ganado varios concursos internacionales y que el tipo de barco era una goleta de vela con tres mástiles construido en España. En la sección de instrumentos de navegación nuestra guía guardo un gran silencio, nos desilusionamos porque daban ganas de sacarlos de su estante reluciente y poderlos manipular; pero nuestra marina prefiere conservar la forma que difundir conocimiento histórico y naval. Casi al final nos mostró una foto donde el Cuauhtémoc tenía una tira de banderitas de punta a punta, preguntamos que significaban y la guía nos dijo que los barcos tenían lenguajes codificados que se utilizaban para enviar mensajes a través de las imágenes, qué este era un lenguaje universal que cualquier marino con un poco de entrenamiento podía interpretar.



Después de la visita al museo fuimos a darle un vistazo a la biblioteca de la Secretaría de Marina. La biblioteca era una pequeña pecera de no más de diez metros cuadrados, con unos cuantos estantes y con libros tirados por todo el piso. Como siempre se nos acercaba alguien con actitud marcial para ver nuestros propósitos – no fuera que descubriésemos algún secreto bien guardado por nuestra heroica marina – , al final resultaron también ser amables y nosotros dijimos que lo que buscábamos era información sobre historia de la navegación. Nos trajeron unos cuantos libritos de hace ya algunos años, nada impresionante de verdad, pero bueno los hojeamos para ver si nos eran útiles. Platicando con el encargado de la biblioteca nos dijo que hace poco tenían en la biblioteca el acervo de cartas náuticas pero se habían subido a un fondo reservado. Le dije que era una lástima aquel hecho, pero como buen bibliotecario que ve un grupo de alumnos interesados de algo que parece que ahí nadie le interesa, se dio un momento y bajo dos cartas náuticas. Para nuestra sorpresa una de ellas era muy antigua de 1859 y había sido realizada por la Sociedad Cartográfica de Londres, por supuesto que no teníamos muchos elementos para interpretarla pero hicimos nuestros pininos lanzando ideas que nos ayudaran a comprender este mapa con números y líneas. Al final surgía la pregunta de cómo era posible que un país con miles de kilómetros de litorales tuviera tan poca cultura oficial de la navegación. No hay que negar que lo que vimos sea un esfuerzo pequeño en verdad, pero se queda absolutamente limitado cuando lo comparamos con otros museos en el mundo. Tal vez si nosotros trabajáramos con esfuerzo y consistencia podríamos obtener mejores referentes históricos, culturales y técnicos de la navegación.



Buque Escuela Cuauhtémoc


Juan Antonio Laviada Cáceres

* El escuadrón 201 de la Fuerza Aérea Expedicionaria Mexicana es la única unidad militar mexicana que ha combatido fuera del territorio mexicano en la II Guerra Mundial. Las misiones consistieron principalmente en incursiones de bombardeo y ametrallamiento sobre las posiciones japonesas establecidas en el norte y centro de Luzón y de reconocimiento armado sobre la isla de Formosa, hoy Taiwán. El Escuadrón 201 realizó 59 misiones en compañía de Aliados de la Segunda Guerra Mundial, lanzó 252 bombas y se dispararon 138,652 cartuchos de ametralladora.

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